Por estos días más de 4 millones de jóvenes de varias regiones del mundo gritan a los gobiernos de sus países la necesidad de ser escuchados, ¿la demanda?, acciones para contrarrestar la emergencia climática que enfrenta la Madre Tierra. Según ellos, “no tiene sentido seguir yendo a clases en un planeta que no les ofrece futuro alguno”.
Resulta notorio que las principales avenidas en las ciudades capitales de los Estados Unidos, Australia, naciones en la región del Pacífico y países de la Unión Europea devienen testigos de los reclamos estudiantiles por medidas urgentes contra las emisiones de gases de efecto invernadero, una voluntad que respaldan los principales medios de comunicación a nivel global .
Algunos pudieran preguntarse: ¿por qué hacer un análisis sobre estos temas hoy y no el 5 de junio o en fechas relacionadas con el medio ambiente? A esos respondo que no vivimos en este planeta de 5 en 5 de junio, ni solo en fechas conmemorativas al clima. Recibimos todos los días las consecuencias de contaminar el planeta, la biodiversidad se pierde, el agua escasea y los suelos se degradan por los productos tóxicos que expulsamos a este.
Recientemente el mundo de las transnacionales europeo-latinas se debatía entre extinguir los incendios en la Amazonia o fomentar la inversión de capitales al Mercosur, con el propósito de engordar los bolsillos de los poderosos del mercado. Hoy en alrededor de 3 mil ciudades de 162 países en todos los continentes se expresa: ¡Basta ya, salven al mundo!
Si la cifra de movilizaciones son alarmantes, igual lo resulta descubrir que el corazón de las manifestaciones procede de la ideología de Greta Thunberg, joven sueca de 16 años, quien inició el Movimiento de faltar los viernes a clases en su país para demandar acciones concretas a los adultos y detener las emisiones de carbono al ambiente.
Después de todo, si los jóvenes son “el futuro” – y a criterio de este periodista también el presente -, merecen un devenir mejor, un medioambiente digno donde coexistir. Entonces, luchar no es una opción, constituye un deber mientras los líderes capitalistas se lo piensan, y aunque a algunos no les guste la idea, hoy millones de jóvenes señalan la ruta a seguir.
Cabe catalogar de positivas y loables estas manifestaciones pacíficas que desdeñan los discursos demagogos y abrazan a las acciones que disminuyen el calentamiento global, una campaña camino de convertirse en la mayor movilización climática de la historia.
Cuba no está excenta de estas relidades, sus jovenes se movilizan no solo en las calles sino en las comunidades de dificil acceso a fin de contribuir con la Tarea Vida, un Plan del Estado cubano que contempla como una de sus principales metas priorizar las acciones para elevar la percepción del riesgo y aumentar el grado de participación de toda la ciudadanía en el enfrentamiento al cambio climático junto a la preservacion de los recursos naturales.
La sueca Greta Thunberg inició un movimiento que millones de jóvenes en el mundo continúan por estos días bajo la máxima de Toro Sentado, jefe de la tribu de los sioux, quien fue exterminado por la expansión estadounidense: “sólo cuando el último árbol esté muerto, el último río envenenado y el último pez atrapado, nos daremos cuenta de que el dinero no se puede comer”.