No fue una, sino disímiles las causas que provocaron las protestas ocurridas en diferentes localidades de Cuba el domingo 11 de julio: bloqueo reforzado a niveles insospechados e inéditos –243 medidas coercitivas unilaterales contra la Isla fueron aprobadas durante el mandato presidencial de Donald Trump, 55 de ellas en plena pandemia, e inamovibles desde el comienzo de la administración demócrata de Joe Biden–; desabastecimiento y dificultades para el acceso a alimentos y medicinas de la población; pico pandémico con aumento del número de fallecidos por la enfermedad; cortes de luz eléctrica por averías en centrales eléctricas; insatisfacciones legítimas en determinados sectores y comunidades del país; entre otras que pudieran mencionarse, las cuales en su conjunto, fueron añadiendo más presión a la atmósfera social, situación aprovechada y manipulada de forma perversa por los enemigos de la Revolución.

Sin embargo, en el núcleo central de todo lo ocurrido estuvo la implementación de una operación de guerra de cuarta generación –como las enfrentadas por Venezuela y Nicaragua en los años 2017 y 2018 respectivamente– que se venía preparando minuciosamente desde mucho antes, cuyas estructuras y articulaciones heredó el nuevo gobierno estadounidense de su antecesor en la Casa Blanca.

Al paso de los días se ha ido develando todo el plan concebido desde territorio norteamericano y desplegado a través de numerosas acciones de guerra política, cultural, psicológica, mediática, cibernética, utilizando las ventajas que ofrecen hoy las plataformas digitales. Recientemente el ministro de Relaciones Exteriores de Cuba denunció el uso de la aplicación Clubhouse[i] para organizar a la contrarrevolución e instruirla por operadores políticos radicados en el norte.

Como se denunció también por la cancillería cubana la etiqueta #SOSCuba había sido lanzada en junio desde Nueva York para tratar de obstaculizar el pronunciamiento de la Asamblea General de las Naciones Unidas contra el bloqueo. Detrás de la campaña se encontraba la compañía ProActivo Miami Incorporations, la cual “coincidentemente” había obtenido el certificado de validez para recibir fondos estaduales por parte del Departamento de Estado de la Florida, el 15 de junio de 2021. Sin embargo, ante el poco efecto de esta maniobra, operadores mediáticos situados en la Florida, intensificaron entonces la campaña de “Intervención Humanitaria en Cuba” en los días en que se alcanzaban las mayores cifras de fallecidos por la covid-19 en la Isla.

Como reveló el investigador español Julián Macías Tovar la primera cuenta que usó el hashtag #SOSCuba relacionado con la situación de la covid-19 en el país fue una localizada en España, pero manejada desde Estados Unidos. La misma puso más de mil tuits tanto el 10 como el 11 de julio, con una automatización de cinco retuits por segundos. Más de 1 500 cuentas de las que participaron en la operación con la etiqueta #SOSCuba fueron creadas entre el 10 y el 11 de julio.[ii]

Los operadores “utilizaron lo que llaman granjas de trolls, que son usuarios coordinados que divulgan de manera automatizada mensajes en Twitter a través de cuentas falsas, o cuentas robotizadas, que utilizan los llamados robots o bots, y que se mueven a una velocidad tremenda que solo puede ocurrir de manera automatizada”.[iii]

Junto con ello se desató de inmediato una intensa campaña mediática, caracterizado por la manipulación artera de imágenes y videos, así como la reproducción a gran escala de fake news tanto por las redes sociales como por los medios tradicionales de comunicación occidentales y de derecha, con el objetivo de multiplicar un solo mensaje en los titulares: “la dictadura cubana reprime cruelmente a manifestantes pacíficos”.[iv]

Los alaridos de los sectores de extrema derecha de origen cubano asentados fundamentalmente en la Florida no se hicieron esperar, clamando incluso por una intervención militar de Estados Unidos. En una conferencia de prensa el Alcalde de Miami, Francis Suárez, pidió una intervención militar internacional liderada por Estados Unidos. Días después haría el mismo reclamo en entrevista ofrecida a la cadena Fox News.

Las presiones sobre la administración Biden, exigiendo pronunciamientos y acciones firmes contra el “régimen castrista” también inundaron el espectro mediático.

Fuente: Razones de Cuba