Guantánamo.- Desde la más oriental provincia de Cuba hasta la inmensidad del cosmos, la historia del guantanamero Arnaldo Tamayo Méndez sigue inspirando a generaciones. En 1980, este piloto cubano se convirtió en el primer latinoamericano en viajar al espacio, un hecho trascendental en la ciencias y símbolo para América Latina.

Nacido en Baracoa en 1942, Tamayo enfrentó una infancia de carencias. Huérfano desde pequeño, trabajó como limpiabotas y vendedor ambulante para ayudar a su familia. Sin embargo, su vocación por la aeronáutica lo llevó a superar cada obstáculo.

Tras el triunfo de la Revolución Cubana, ingresó a las Fuerzas Armadas y se formó como piloto de combate. Su destreza lo llevó a entrenarse en la Unión Soviética, donde dominó los cazas MiG-15. Durante la Crisis de los Misiles en 1962, participó en misiones de reconocimiento clave para la defensa nacional.

El 18 de septiembre de 1980, Tamayo despegó junto al cosmonauta soviético Yuri Romanenko en la nave Soyuz-38. Durante más de siete días en la estación espacial Saliut-6, orbitó la Tierra 128 veces y realizó 21 experimentos científicos en colaboración con la Academia de Ciencias de Cuba.

Mereció la Orden de Lenin y la estrella de Oro de Héroe de la Unión Soviética, entregada en Moscú por decisión del entonces Gobierno soviético, junto a otras condecoraciones por su viaje al cosmos el 18 de septiembre de 1980.

De las ocho horas destinadas al descanso, Tamayo solo dormía cuatro, pues prefería aprovechar al máximo cada instante para observar el universo, capturar fotos y videos únicos.

Gracias a su dedicación, recibió un premio de la Agencia telegráfica de la Unión Soviética (TASS) por fotografiar el sol cada 20 segundos desde que aparecía el astro rey en el horizonte terrestre.

Más allá de la hazaña de su viaje cósmico, la historia de Arnaldo Tamayo Méndez resalta por su origen: no sólo fue el primer latinoamericano en ver la inmensidad de la galaxia, sino también el primer y único cubano en alcanzar las estrellas y quizás mirar desde lo alto su tierra marcada por la historia y la música.

Hoy, con el rango de General de Brigada, Tamayo se convierte en un símbolo de perseverancia y orgullo de la tierra entre ríos que lo vio nacer. Su legado permanece como testimonio de que los sueños más audaces pueden nacer en los rincones más humildes de este planeta azul.