Radio Guantanamo reproduce el discurso pronunciado por Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, primer secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y presidente de la República, en la XIII Cumbre Extraordinaria de Jefes de Estado y de Gobierno del ALBA-TCP, desde el Palacio de la Revolución, el 20 de agosto de 2025, “Año 67 de la Revolución”.

(Versiones Taquigráficas – Presidencia de la República)

Un abrazo para ti y para el pueblo bolivariano de Venezuela, querido hermano Nicolás Maduro, Presidente legítimo de la República Bolivariana de Venezuela;

Nuestro saludo para los hermanos Jefes de Estado y de Gobierno: los queridos copresidentes de Nicaragua, Daniel y Rosario; el Presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Arce, y el Primer Ministro de San Vicente y las Granadinas; y para los honorables representantes de los países que integran nuestra Alianza;

También nuestro saludo para el estimado Rander Peña, Secretario Ejecutivo del ALBA-TCP, que ha trabajado intensamente desde que asumió esta responsabilidad.

En primer lugar, Maduro, les traslado un saludo cordial del General de Ejército Raúl Castro Ruz, que ha estado al tanto de todo lo que está aconteciendo, y también de la convocatoria para esta Cumbre.
Quiero iniciar mis palabras leyendo un texto que después voy a decir cuál es su procedencia.

Ese texto dice: “La diplomacia de las cañoneras regresa al Caribe. Barcos, aviones, un submarino y miles de efectivos estadounidenses son desplegados en la región, esta vez con el pretexto de luchar contra el narcotráfico y grupos criminales que ponen en riesgo la seguridad de los Estados Unidos. Parecería una gastada farsa si no fuera porque puede derivar en tragedia. La noticia circula al mismo tiempo que el gobierno de ese país, de manera impúdica, violando todas las normas de la convivencia internacional, pone precio a la cabeza del presidente legítimo de la República Bolivariana de Venezuela”.

Lo que acabo de leer es un fragmento, breve pero contundente, y a la vez cargado de una dolorosa memoria, de una declaración de Casa de las Américas que, como todos conocemos, es una institución de la intelectualidad progresista de Nuestra América que mantiene además fuertes vínculos con creadores de Norteamérica.
La denuncia, que ellos han emitido desde su sede en La Habana, es un grito de urgencia de nuestros pensadores, conscientes del significado de esos actos de prepotencia imperial, pero también del poder de la unidad a la que tú te referías para detenerlos.

Es indudable que vivimos tiempos de enormes desafíos y riesgos excepcionales.

El imperialismo, en el despliegue de su ofensiva hegemonista y agresiva, evidencia que no tiene intención de detenerse ante los límites que le impongan el Derecho Internacional, la Carta de las Naciones Unidas y décadas de resoluciones y declaraciones regionales y universales contra la coerción, la amenaza, la interferencia en los asuntos internos de otros Estados y la intervención.

La anunciada prerrogativa que el Gobierno de los Estados Unidos pretende otorgar a sus agencias de aplicación y cumplimiento de la ley para actuar contra organizaciones criminales dentro de las fronteras de otros Estados constituye una inaceptable amenaza de agresión, de violación de la soberanía de naciones de la región y una alteración adicional del régimen de paz y cooperación que los países latinoamericanos y caribeños tanto nos hemos esforzado por garantizar.

El citado despliegue de unidades navales militares hacia el sur del Caribe, bajo el mando del Comando Sur, según se dice, involucra hasta 4 000 efectivos y se presenta como acto disuasorio, bajo el falso y desproporcionado argumento de combatir a los carteles del narcotráfico. Eso lo está diciendo y lo está promoviendo el Estado más narco que hay en el mundo, que es Estados Unidos.

Dadas las características de las unidades dispuestas, este es un movimiento estratégico que podría facilitar acciones al amparo de la ley estadounidense, concretamente del Título 50 del Código de Estados Unidos sobre Guerra y Defensa Nacional, que le otorga al Presidente de ese país la capacidad de ejecutar operaciones militares o clandestinas, sanciones y confiscaciones de activos sin informar previamente al Congreso.

Es por eso que Cuba denuncia firmemente esta nueva demostración de fuerza imperial y hace un llamado –nos unimos al llamado que tú haces, Nicolás– al ALBA-TCP, y desde aquí a todos los pueblos del mundo, a condenar esta irracional arremetida de la administración Trump.

También denunciamos con igual firmeza el estímulo y la financiación a los planes terroristas contra Venezuela, así como la acusación mendaz lanzada por el Gobierno de Estados Unidos contra el presidente Nicolás Maduro, que pretende asociarlo, sin fundamento ni prueba alguna, a organizaciones criminales vinculadas con el tráfico ilícito de drogas. Se trata, nuevamente, del tipo de maniobras a las que acude el imperialismo cuando alberga intenciones agresivas contra Estados soberanos, cuando no es capaz de ahogar el espíritu de resistencia de los pueblos y necesita entonces un pretexto fraudulento para justificar sus acciones.

Las graves amenazas que se profieren desde ese Norte revuelto y brutal que nos desprecia, como lo llamó José Martí, forman parte de un esquema de dominación envilecido, empeñado en reactivar la Doctrina Monroe, clave del intervencionismo estadounidense en nuestro hemisferio.

Por lo tanto, no nos queda otra alternativa que la de enfrentar al imperio que pretende subordinarnos a sus intereses, y debemos hacerlo firmemente unidos en convicciones y en acción. Con ese espíritu de compromiso histórico en la defensa inquebrantable del destino común, nos hemos convocado en el ALBA-TCP.

La paz y la coexistencia pacífica entre los Estados a la que aspiramos, no pueden asentarse en la ingenuidad ni dejarnos olvidar los peligros. Nos corresponde defenderla como un derecho irrenunciable, y desde posiciones realistas.

Como todos ustedes conocen, el pasado 13 de agosto celebramos, no solo en Cuba, sino también en otros países de América Latina y el Caribe y del mundo, el aniversario 99 del natalicio de quien, desde su enorme legado de ideas y acción, sigue siendo el Comandante en Jefe y el máximo líder histórico de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz. En estos días hemos dado inicio a un año conmemorativo, de alcance internacional, por su Centenario.

El aporte multifacético de Fidel a la historia y a los esfuerzos por la integración y la unidad de nuestra región, resulta inconmensurable. Nuevas generaciones de dirigentes y activistas sociales latinoamericanos y caribeños hacen suyo ese legado fidelista que, unido al del inolvidable Comandante Hugo Chávez y otros indiscutibles líderes de los afanes unitarios de Nuestra América, hoy más que nunca continúa siendo brújula de la acción, en línea con el ideario bolivariano y martiano.

Celoso cuidador de la diversidad, Fidel fue también un incansable articulador de la unidad de nuestros pueblos, basado en un profundo sentimiento antiimperialista. Nos enseñó que la batalla no es solo política o económica, sino también cultural y moral.

Con ese arsenal de experiencias e ideas estamos convocados a enfrentar las amenazas que se ciernen no solo sobre un grupo de nuestros países, como Venezuela, Nicaragua y también Cuba, devenidos últimamente en blanco predilecto del cerco y las medidas económicas coercitivas unilaterales del Gobierno de los Estados Unidos, sino que gravitan sobre todos los pueblos dispuestos a decidir su propio destino. La defensa del derecho a la libre determinación y la solidaridad inquebrantable entre naciones hermanas es un mandato de la historia que nos ha traído hasta aquí.

Estados Unidos ¿qué pretende? Pretende dividirnos con su política de presiones y bloqueos; se propone debilitarnos con discursos de odio y acciones desestabilizadoras. Pero nuestra historia –y no lo olvidemos– está marcada desde los ancestros indígenas, y también desde lo mejor y más popular que nos legaron África, Asia y la propia Europa, por la resistencia y la victoria de los pueblos cohesionados.

Es entonces desde ese acumulado de saberes y sentimientos que nos legaron nuestros ancestros que tampoco podemos dejar de exigir en cada tribuna, en cada espacio, en cada expresión de rechazo al imperialismo, que cese el genocidio en Gaza.

Las amenazas que hoy se ciernen sobre Venezuela se basan en la misma filosofía de despojo que ha convertido a una pequeña franja de tierra en el infierno de este mundo.

Basta ya de impunidad sionista, basta de complicidad imperial o viceversa. Todos los crímenes tienen perpetradores y cómplices para poderse sostener en el tiempo.

El sionismo israelí y el imperialismo yanqui intercambian roles en sus ejercicios criminales. Cuba lo sabe bien, porque en su genocida bloqueo el imperio siempre ha contado con el respaldo invariable del genocida Israel.

Tomado de Cubadebate