Apenas unas horas nos separan del inicio del Nuevo Año que en la mayoría del mundo inicia el 1 de enero, costumbre tan arraigada que nunca cuestionamos por qué es así.
Cuentan que fue el emperador romano Julio César quien introdujo esa regla hace más de dos mil años, todo asociado a fiestas y cumbanchelas paganas, esas donde vino, comida y orgías podían mantener al todopoderoso y su séquito despierto por varios días.[bg_collapse view=”button-green” color=”#4a4949″ icon=”arrow” expand_text=”Leer Más” collapse_text=”Cerrar” ]

Para los antiguos romanos, enero era importante porque ser el mes consagrado al dios Jano de ahí Ianuarius, que significa enero en latín, así para honrar a la excelsa deidad impuso el nuevo calendario, designando ese como el primer mes del año.

Jano es el dios de dos caras en la mitología romana, el de los comienzos y los finales, de las transiciones y como por lo general el nuevo año marca en sí mismo un cierre y un inicio, pues nada extraño que fuera este el designado para tan significativa celebración.

En sus inicios, constaba de 10 meses: marzo, dedicado a Marte, dios de la guerra; abril, cuando abre la primavera; mayo, consagrado a Júpiter; junio en honor a Juno, hermana y esposa de Júpiter; julio, antes quintilis y más tarde ofrecido a la memoria de Julio César; agosto, porque el soberano Augusto lo tributó a su nombre; septiembre, séptimo; octubre, el octavo; noviembre, noveno; y diciembre, décimo.

Pero, la suma de días del calendario juliano no coincidía con el ciclo astronómico,la solución a este inconveniente fue adaptarlo al modelo egipcio que consistía en años de doce meses que sumaban 365 días, y años bisiestos con 366.

Además fue necesario adicionarle dos meses, el primero, enero, como dijimos dedicado a Jano y el último sería febrero, fin del invierno y comienzo del deshielo.

En esa época los esclavos se infectaban de hongos en sus pies padeciendo altas fiebres, así febrero debe el nombre a las fiebres, que se atribuían a un dios perverso y la solución fue acortar su duración, dejarlo de 28 días, para alejar al maligno.

En inglés, español, francés, italiano, portugués, los meses conservan los nombres del calendario juliano, que imperó hasta finales del siglo XV en los territorios conquistados por el imperio Romano.

Sin embargo, a pesar de los ajustes, continuaba impreciso, tanto así que hacia el siglo XVI tenía 10 días adicionales con respecto al ciclo astronómico y el papa Gregorio XIII se dió a la tarea de enmendar el error en 1582.

​ Eliminó 11 días del calendario de los países católicos para que el tiempo del hombre estuviera en armonía con las estaciones climáticas, decretó cuáles años de los siglos serían bisiestos, a través de una fórmula matemática, y estableció el 1 de enero como comienzo del año nuevo.

Así dos mil años después la mayoría de los mortales seguimos celebrando al dios Jano y su eterno ciclo de cierres y aperturas, siempre con la esperanza de algo nuevo y mejor.[/bg_collapse]

Por Prensa Latina

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