Hace 60 años, al cumplirse el tercer aniversario de la victoria de Playa Girón, el 19 de abril de 1964, Fidel Castro hace un análisis de la agresión imperialista hacia Cuba en los primeros cinco años de la Revolución. Cubadebate y el Sitio Fidel Soldado de las Ideas comparte con sus lectores momentos de aquella trascendental alocución.

Compañeras y compañeros revolucionarios:

Cumplimos hoy el tercer aniversario de la victoria de Playa Girón.  Esta fecha cobra cada día más, o se presenta cada día más ante nuestros ojos en su real dimensión.  Significó no la primera agresión imperialista a un pueblo de América Latina, significó no el primer acto de barbarie de los imperialistas yankis, no su primera salvajada, no su primer acto intervencionista; agresiones, intervenciones, salvajadas y crímenes, habían cometido muchos contra pueblos hermanos de América Latina.  Son muy pocos los pueblos de este continente que no sepan lo que es la intervención, la piratería, el filibusterismo y el zarpazo de los yankis, comenzando por Puerto Rico, país latinoamericano al que convirtieron en una colonia.

Playa Girón significó la primera derrota del imperialismo yanki en la América Latina, y —como dijo recientemente el compañero Guevara (APLAUSOS)—:  “la primera, mas no la última”.  Nuevas derrotas recibirán los imperialistas; las recibirán en nuestra tierra si nos agreden, y las recibirán en otras tierras, en manos de otros pueblos a los cuales esclavizan.

Hasta ese día habían actuado con absoluta impunidad, hasta ese día se sentían con derecho a despreciar a los pueblos de América Latina, hasta ese día tal vez subestimaron a nuestros pueblos de América Latina.

La agresión imperialista de Playa Girón demostró muchas cosas, pero demostró, entre otras, cómo la Organización de Estados Americanos era un instrumento de dominación y de coloniaje imperialista, un instrumento dócil en manos del Departamento de Estado.

Cuando nuestro país fue criminalmente agredido, bombardeado con aviones procedentes de distintas bases centroamericanas, invadido por fuerzas mercenarias escoltadas —además de armadas— por el Gobierno de Estados Unidos, nuestro país tuvo que afrontar, con su sacrificio y con su sangre aquel ataque.  Los Estados Unidos, el Gobierno de aquel país, ni siquiera recibió una recriminación.

Pocos meses más tarde, esa misma Organización que ni siquiera tuvo una palabra de reproche contra aquel criminal atentado, expulsa a Cuba, el país agredido, el país víctima, del seno de la Organización de Estados Americanos.  Nos enseñó que frente al imperialismo esos organismos —instrumentos de ese mismo imperialismo— eran absolutamente inútiles, y que no sirven otros intereses que los intereses de los enemigos de los pueblos.

Han transcurrido tres añosAquella victoria le costó a nuestro pueblo un elevado número de vidas, vidas de trabajadores, de campesinos, de soldados, vidas de civiles, es decir, que tuvimos que pagar un precio alto.  Mas, ¿quería decir eso que después de aquel ataque debíamos cruzarnos de brazos?, ¿que después de aquel ataque nos habrían de dejar en paz?  ¡No!  Los planes agresivos continuaron adelante.  Los imperialistas yankis no se resignaban a aquella derrota y comenzaron a fraguar nuevos planes de agresión.

Fue necesario el fortalecimiento militar de nuestro país, fue necesario tomar medidas para estar en condiciones de defendernos.  Y sobrevino entonces la Crisis de Octubre.

Desde hace cinco años, desde el triunfo mismo de la Revolución, nuestro país no ha tenido paz.  Durante cinco años hemos estado sufriendo agresiones de tipo económicas, políticas y militares; durante cinco años hemos padecido invasiones del tipo de Girón, sabotajes como el del vapor “La Coubre”, incendios como el del “Encanto”, introducción en nuestro país de armas, explosivos, agentes de todo tipo, organización de bandas contrarrevolucionarias que cometieron infinidad de crímenes contra campesinos, contra maestros, contra brigadistas.

Y, en fin, la historia de estos cinco años de Revolución, es la historia de un pueblo defendiéndose contra ese enemigo; es la historia de las agresiones del imperialismo yanki contra nuestro país, de un pueblo que ha tenido que defender su obra incesantemente, que no solo tuvo que pagar un precio alto de sangre para derrocar la tiranía implantada por esos mismos intereses, armada por ese mismo imperialismo, sino que lo ha tenido que seguir pagando, y lo tendremos que seguir pagando quién sabe cuánto tiempo.

Nuestro pueblo, sin abandonar un solo instante su defensa, ha tenido que enfrentarse al bloqueo económico; ha tenido que enfrentarse a todas las trabas que un país poderoso y rico, de grandes influencias imperiales, ha puesto en nuestro camino; ha tenido que reconstruir su economía y llevar adelante sus planes en todos los órdenes, siempre con una espada pendiente sobre nuestras cabezas: la espada de la agresión imperialista.

Y en esas condiciones ha avanzado nuestro país.  En esas condiciones ha llevado adelante sus planes, sus planes de educación, sus planes de salud, sus planes de desarrollo económico con el pueblo, con los hombres y mujeres más humildes del pueblo, sufriendo no ya todas las agresiones de que hemos hablado sino, incluso, la piratería de nuestros técnicos.

Porque no deteniéndose ante ningún medio, trataron incluso de dejar a nuestro país hasta sin médicos, sin ingenieros, sin técnicos universitarios; trataron de crear todas las condiciones, las peores condiciones, para hacer fracasar a una Revolución; pero una Revolución no es fácil de hacer fracasar, una Revolución no es fácil de vencer, ¡y ellos no nos han podido vencer!  (APLAUSOS), ¡no nos han podido vencer sencillamente, porque esta es una verdadera Revolución!  (APLAUSOS.)  Si esta hubiese sido una Revolución a medias, nos habrían vencido; si esta hubiese sido una Revolución tímida y cobarde, una Revolución de vacilantes, nos habrían vencido.  Y, sin embargo, ¡no nos han vencido, ni nos podrán venceré!  (APLAUSOS.)  Y de este país se podrá decir:  “¡Antes é barrido del mapa que vencido!” (APLAUSOS PROLONGADOS.)

Y hablo así, hablo así, porque entiendo que debemos tener el espíritu alerta, el ánimo firme, y la voluntad de lucha resuelta; hablo así porque aún estamos en marcha y aún estamos en lucha contra ese imperialismo; hablo así porque aún se ciernen muchas amenazas y muchos peligros sobre nuestro país.  Y hoy, hoy que recordamos a los que cayeron gloriosa y valientemente defendiendo su tierra, su bandera, su causa, sus ideas, hay que hablar así (APLAUSOS PROLONGADOS); hay que hablar con claridad, hay que expresar nítidamente la verdad.  Y hay que decirles a los compañeros de nuestros batallones, de nuestras compañías, de nuestros centros de trabajo, que murieron ese día, hay que decirles que no solo los recordamos de palabra y que cuando les rendimos homenaje no es un simple homenaje lírico, sino que les decimos a los que cayeron que los demás estamos dispuestos a caer también (APLAUSOS).

A nuestros muertos, los combatientes revolucionarios, no los despedimos nunca con un adiós, sino en una Revolución, en medio de la lucha, hay que decirles todo lo más hasta luego, ¡hasta luego, compañeros que dieron sus vidas, que nosotros no regatearemos nuestras vidas en esa misma lucha; que nosotros no vivimos para disfrutar el sacrificio de los que lo dieron todo, sino para defender a cualquier precio los frutos de ese sacrificio!

Y a los tres años, cuando la reacción imperialista levanta la cabeza en todo el continente, a los tres años de Girón, cuando la política del Gobierno imperialista de Estados Unidos es cada vez más y más agresiva, cuando la política del Gobierno de Estados Unidos es cada vez más y más desenmascaradamente reaccionaria e intervencionista, es necesario darle todo el valor y toda la importancia que tiene esta fecha y hablar con claridad.

Porque si reaccionarios fueron los que nos atacaron en Girón, estos que gobiernan hoy a Estados Unidos son aún más reaccionarios. 

Somos un pueblo consecuente con su historia

(…) Durante un tiempo después de la Revolución Cubana, y no inmediatamente después sino más de dos años después del triunfo de la Revolución Cubana, el Gobierno de Estados Unidos comenzó a hablar de planes de ayuda a la América Latina, comenzó a hablar de “Alianza para el Progreso”, comenzó a hablar de reformas sociales.  Desde luego que nunca en Estados Unidos se había hablado de Reforma Agraria para los países de América Latina, ni de reformas de ningún tipo; pero después que tiene lugar la Revolución Cubana, el miedo que inspiró la Revolución Cubana hizo que por primera vez en toda su historia de país imperialista, por primera vez, comenzaran a hablar de reformas sociales tales como la Reforma Agraria, Planes Educacionales, Reformas Tributarias; empiezan a hablar de que hay enormes masas de campesinos sin tierra y que eso era combustible para la Revolución, y entonces ciertos elementos llamados “liberales”, que tenían cierta influencia en la anterior administración, idearon toda aquella cosa de la Alianza para el Progreso.

Desde luego que aquello era simplemente un ardid, un engaño a los pueblos de América Latina, un ungüento para tratar de curar el cáncer de la miseria en este continente, que en el fondo no tenía otro propósito que consolidar el dominio económico y político de Estados Unidos sobre América Latina.

Pero cambiaban el lenguaje: hablaban de Alianza para el Progreso, y hablaban de reformas.  Claro está que aquella alianza no progresaba, no avanzaba ni podía avanzar.  En el fondo, esos elementos llamados “liberales” de Estados Unidos decían propugnar una política de alianza con las llamadas “clases medias” de América Latina, sacrificando los intereses de las oligarquías terratenientes que han sido la clase social gobernante en la mayor parte de los pueblos de América Latina.

(…) Toda la historia de la Revolución es la historia de un pueblo defendiéndose contra enemigos superiores en número.

Así fue la guerra, toda nuestra guerra.  Muchas veces nosotros teníamos que resistir un batallón y no teníamos más que una escuadra para resistir un batallón.  Y nosotros sí que no contamos a los enemigos a la hora de combatir (APLAUSOS).  Porque a esos enemigos podemos decirles también aquello que dijeron los espartanos cuando los jefes persas decían “que sus flechas obscurecerían el sol”, y les contestaron:  “Mejor, con eso combatiremos a la sombra” (APLAUSOS).

Por eso a nosotros no nos atemoriza que los imperialistas sean muchos, que los imperialistas organicen una alianza de todas las fuerzas reaccionarias contra Cuba.  (…) Hablan con júbilo de que van a romper.  Bien: no nos pondremos a llorar al otro día de ese rompimiento.  No vamos a implorar esas relaciones y no imploramos relaciones con “gorilas” de ninguna clase (APLAUSOS).  Y somos un pueblo consecuente con su historia, consecuente con sus principios, y sobre todo, recordamos que después de un 10 de marzo, vino un 26 de Julio (APLAUSOS).

Nuestro pueblo, que es un pueblo armado; nuestras Fuerzas Armadas, que son Fuerzas Armadas del pueblo, no se parecen absolutamente en nada a esas fuerzas armadas que organizan los imperialistas para que les sirvan de instrumento.  Nuestras Fuerzas Armadas que nacieron en la lucha revolucionaria, que nacieron de las clases humildes del pueblo, son el brazo armado de ese pueblo contra ese imperialismo.  No hay que olvidarse que tenemos unas Fuerzas Armadas Revolucionarias, porque antes combatimos y disolvimos las fuerzas armadas que aquí, como en otras partes del continente servían a los intereses de los imperialistas.  Y ese es nuestro ejército, esa es nuestra Marina, esa es nuestra aviación.  Así son nuestras unidades de combate, así es nuestro pueblo.

Porque los imperialistas, en el caso de la Revolución Cubana, se encuentran con un pueblo armado.

Y una cosa buena que tienen nuestras Fuerzas Armadas, y es que no tienen generales (RISAS)  y que el grado más alto es el grado de comandante.  Los imperialistas aquí no tendrán que luchar contra esos generales, tienen que luchar contra otro tipo de hombre, contra otro tipo de militares muy distintos, y sobre todo, no tienen generales enfrente, de esos que cuentan; tienen gente que cuenta, sí, cuántas balas lleva en la canana.

Y nuestras Fuerzas Armadas ya no son solo el ejército con espíritu guerrillero, sino Fuerzas Armadas con una gran disciplina, cuya capacidad técnica aumenta día a día y bien armadas, bien armadas, y que saben manejar esas armas (APLAUSOS), y que las sabrán manejar cada vez más (APLAUSOS); y que saben que esas armas no las tenemos aquí de adornos (APLAUSOS), que las tenemos para usarlas cuando haga falta, sin vacilación de ninguna clase.

Porque es bueno decir esto, es bueno decirlo, es necesario decirlo, porque los imperialistas se equivocan, los imperialistas por lo general       —con esa mentalidad fascista de superhombres— se imaginan a los pueblos de América Latina, pueblos despreciables, pueblos híbridos, que no pelean, que no combaten; sienten un profundo desprecio por nuestros pueblos, desprecio que se ha empezado a poner a prueba después del triunfo de la Revolución Cubana, y sobre todo después de Playa Girón.  Los imperialistas estos viven de gángsters en el mundo, de matones, de guapetones, creen que se les tiene miedo, e incluso confunden la prudencia con el miedo, el sentido de la responsabilidad y de la serenidad. 

 

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