Hoy es el Día Internacional de la Alfabetización y con orgullo cerca de 70 educadores de la provincia de Guantánamo se encuentra en diversas naciones hermanas como Honduras, Guinea Ecuatorial, Angola, Bahamas contribuyendo a erradicar el a analfabetismo en esas naciones a través del método cubano «Yo sí puedo».

Entre ellos sobresale la historia de Yaquelin Faure Pérez, una educadora guantanamera cuyo trabajo en la comunidad de «El Paraíso», en Honduras, se ha convertido en un ejemplo emblemático de esta labor.

Esta educadora es la coordinadora del programa de alfabetización en Honduras en la comunidad de El Paraíso y confirma  que hace más de tres meses esa localidad se declaró libre de analfabetismo, gracias al programa cubano, el cual ha demostrado una probada eficacia a nivel mundial y que ha permitido el aprendizaje de más de cinco mil personas iletradas y analfabetos.

Agrega además que el método destaca también por su adaptabilidad a diferentes contextos y culturas y se caracteriza por su base audiovisual y por asociar números y letras, facilitando un aprendizaje rápido y efectivo, enfatiza la colaboradora.

La presencia de los más de 70 educadores guantanameros asegura la correcta implementación de esta metodología, adaptándola a las necesidades específicas de cada comunidad y garantizando su éxito.

Esta estrategia permite además preparar a formadores encargados de multiplicar el impacto del programa, ya que cada nuevo instructor capacitado puede, a su vez, enseñar a decenas de personas dentro de su propia comunidad.

Los educadores guantanameros provenientes de las diferentes enseñanzas representan en esas tierras hermanas un pilar fundamental en la misión internacionalista de Cuba por erradicar el analfabetismo a nivel global.

Su labor trasciende las meras fronteras de la enseñanza para convertirse en un acto de profunda solidaridad humana. Al viajar a países hermanos como Honduras y Guinea Ecuatorial, estos maestros y maestras no sólo llevan consigo un método pedagógico efectivo, sino también una carga de esperanza y compromiso con los sectores más vulnerables de la población.

El impacto de su trabajo es cuantitativo y cualitativamente profundo pues en muchas naciones cientos de miles de personas, en su mayoría adultos y ancianos nunca tuvieron acceso a la educación y ahora ven transformadas sus vidas.

Firmar su nombre, leer un documento, ayudar con las tareas a sus hijos o nietos, o simplemente descifrar un letrero, son actos que devuelven la dignidad y abren puertas a nuevas oportunidades.

Estas campañas de alfabetización contribuyen significativamente también a elevar los índices de desarrollo humano de las naciones, sentando las bases para un futuro más justo y con mayores posibilidades de progreso económico y social.

Yaquelin Faure Pérez al igual que el resto de los colaboradores internacionales son embajadores de la luz del saber y su legado perdura en cada persona que, gracias a su esfuerzo, puede por primera vez descifrar el mundo a través de las palabras, escribiendo así un nuevo capítulo de libertad y empoderamiento para sí mismos y para sus comunidades.