Guantánamo.- Ante un mundo tan envejecido, la Asamblea General de las Naciones Unidas, declaró el 1° de octubre como el Día Internacional de las Personas de Edad o también conocido como Día Internacional del Adulto Mayor.
Fue celebrado por primera vez en 1991, con el objetivo de reconocer el valor de ese grupo etario y sensibilizar a la población en general sobre la importancia de proteger y hacer valer sus derechos y los problemas a los que se enfrentan constantemente.
Cuba es uno de los países mas envejecidos en la región, con 2 millones 328 mil adultos mayores, lo que representa el 20,8 % del total de la población, con una provincia como Villa Clara que ya alcanza el 24 %, a la vez que el municipio Plaza de la Revolución en La Habana, con 28.3 % de su población con 60 años y más, es el más envejecido del país.
Por su parte, en Guantánamo ese grupo poblacional representa el 18,3.
Este año la fecha se celebra con el lema “Cumplir las promesas de la declaración universal de los derechos humanos de las personas mayores: entre generaciones.”
Y apropósito de la jornada, compartimos la siguiente crónica de la autoría de la psicóloga baracoense Gipsie Garrido Domínguez:
Abuelo(a)s
De las costillas del amor nacieron ellos sin distinción de sexos, un séquito de ángeles los custodiaron todo el tiempo. Capaces de parar el universo por su gente, se despojaron del odio y embistieron de ternura el paso al recinto sagrado del hogar, portaron el emblema del sacrificio, se echaron la candidez a cuestas y la llevaron toda la existencia como si fueran alas.
Inauguraron el abrazo como estación, donde no hacían falta ventiladores ni abrigos, los brazos eran las playas y los pechos ríos para refrescar la sonrisa, nada era más seguro que estar entre sus alas, y hasta se podía volar desde su regazo, donde solo era menester prender un poco el alma.
Desbancaron al tiempo y los relojes, sin miedo del grito o del silencio, empalmaron los cables a la constancia para que pudiera encenderse el día a día, y el entendimiento estuviera calmo para la cena familiar.
Pidieron la escalera, subieron el beso, que es decir el nieto, descubrieron la sensación de una manita posada en la suya, símil de la porcelana o el ébano recién pulido, y entonces empezaron a entender el porqué de su existencia en la tierra.
De las entrañas del dolor crecieron ellos, legaron su sabiduría infinita, escribieron los mejores libros de la vida, y cuando fue necesario ser paloma, estuvieron ahí para la paz.
Vayamos para acompañar sus pasos ahora que son leves y subir la escalera puede ser su hazaña, seamos su bastón, su mapa y crucigrama, el GPS que guía la distancia hacia el pedido de alcanzar sus mínimos reclamos. Sacude el yo me muero de sus miedos y préstale tu hombro como tantas veces te apoyaste en el suyo, ensancha sus espacios y sus calles o reconstruye nuevos adoquines para los pies que tanto han corrido hacia tus metas.
Estemos todos a llevar la espada con la que los embestiremos de caballeros, y puesta sobre sus hombros bien ganados, podamos decirle al mundo que los añora: ¡Larga vida abuelos, abuelas!