Cada año, con la llegada de agosto, Guantánamo se viste de compromiso y acordes.  La ciudad, conocida por su changüí, se transforma en epicentro de la canción más longeva en un evento organizado por la Asociación Hermanos Saíz  en Cuba.

Un espacio que este año rinde culto a dos pilares de la trova cubana: Marta Valdés y Eduardo Sosa; además, se suma a las conmemoraciones por el aniversario 99 del natalicio del Comandante en Jefe Fidel Castro y evoca el legado de Armando Hart Dávalos, en su cumpleaños 95.

La sede de la Filial Provincial de la Sociedad Cultural José Martí, el Patio de Adela desde la barriada de la Loma del Chivo y otras instalaciones en el territorio  le dan la bienvenida a trovadores, cantautores y al público, ávido de letras y melodías que estremecen conciencias.

Durante la jornada, la ciudad entre ríos respira música y las mañanas suelen abrir con coloquios y talleres,  donde compositores experimentados y noveles disertan sobre  el género trovadoresco,  el contexto social de la creación y el legado de figuras como Eduardo Sosa y del virtuoso compositor cubano Silvio Rodríguez.

Por las tardes, las calles cercanas al parque central en la ciudad capital se llenan de peñas itinerantes y presentaciones de artistas locales. Grupos congregados bajo la sombra de los árboles, escuchando a un joven con guitarra entonar versos sobre realidades cotidianas o sueños colectivos, mientras el público asiente, reflexiona o corea.

Pero es la noche cuando el evento alcanza su clímax , el parque José Martí principal encuentro de trovadores y público se convierte en un mar de personas unidas por la emoción y la palabra cantada. Sobre el escenario, bajo focos que dibujan siluetas comprometidas, desfilan tanto voces consagradas de la Nueva Trova como nuevas promesas del panorama nacional y local, entre los que sobresalen Rey Montalvo, Fidel Díaz, Josué Oliva, Juan Pérez, Alain Garrido, Yamislay Matos y Carlos Ordoñez, entre otros cantautores de varias partes del país.

Las canciones, antiguas y nuevas, resuenan como himnos colectivos: crónicas de luchas, esperanzas, críticas amorosas y un profundo latir cubano. El público no solo escucha; participa, canta , aplaude con fervor reconocible en cada estrofa que toca la fibra de la identidad y el momento histórico.

Y así, cuando los últimos acordes se funden con los aplausos y la gente comienza a dispersarse bajo el cielo estrellado de Guantánamo, queda flotando una sensación poderosa: la de comunidad reforzada por el arte comprometido.

La Jornada de la Canción Política llega a su fin con  la peregrinación  hacia el Obelisco que recuerda a los mártires guantanameros del Cuatro de Agosto.

Los pasos de trovadores y pueblo se unen en ese caminar solemne, entrelazando las canciones recién escuchadas – voces de lucha y esperanza presente – con el recuerdo imborrable de quienes ofrendaron su vida.

Será allí, ante la memoria sagrada, donde la canción política revele su esencia más pura, promesa viva, homenaje en acción y compromiso que, generación tras generación, se renueva en el altar de la historia patria y del propio Guantánamo.