La reciente y desgarradora tragedia ocurrida este dos de septiembre en Santiago de Cuba, donde dos pequeños consumieron un medicamento vencido perdiendo la vida el más pequeño de ellos, nos estremece a todos.
Este hecho no es un suceso aislado; es un eco doloroso de una situación que puede repetirse en cualquier hogar.
Para nadie es un secreto que los menores de nuestras casas no conocen los peligros o consecuencias que puede ocasionar acciones como éstas, de ahí la necesidad de que los padres, tutores y otros adultos encargados de la custodia de los menores adoptemos todas las medidas para evitar hechos tan lamentables como la intoxicación exógena por ingerir un fármaco no certificado.
Esta historia, que nos llena de profunda tristeza, debe ser la chispa que encienda nuestra alerta máxima y nuestra acción responsable.
Las familias en Guantánamo, al igual que todas, tenemos la obligación sagrada de convertir nuestros hogares en santuarios seguros. La responsabilidad no es solo de los padres, sino de todos los adultos que conviven o visiten la casa.
Dejar un frasco de pastillas en la mesita de noche, un jarabe en el refrigerador al alcance de la mano, o un analgésico en el bolso, puede parecer algo sin importancia, pero para un niño curioso, es una invitación al peligro.
Un momento de distracción es todo lo que se necesita para que la curiosidad termine en catástrofe.
Es crucial entender que el riesgo se multiplica con los medicamentos vencidos. Estos no solo pierden su efectividad, sino que sus componentes pueden degradarse y transformarse en sustancias tóxicas altamente peligrosas para el organismo, máxime si es un menor de edad.
Tal vez es el momento de abandonar la práctica de guardar las medicinas cuando ya pasó la fecha de caducidad de los mismos. La revisión periódica de los botiquines y la disposición inmediata y segura de todo aquello envejecido es un acto de amor y protección familiar. No podemos permitir que un intento de ahorro o un por sí acaso no hay…ponga entonces en juego lo más valioso que tenemos.
Por ello, hacemos un llamado urgente a la comunidad guantanamera : Revisemos hoy mismo nuestros hogares. Asegurémonos de que todos los medicamentos y productos de limpieza estén guardados bajo llave, en lugares altos y completamente inaccesibles para los niños.
Eduquemos a nuestros pequeños, desde que empiezan a explorar, sobre el peligro de consumir medicamentos que no les sea dado directamente por un adulto de confianza. La prevención es nuestra única y más poderosa herramienta.
Nos unimos al dolor de esa familia que radica en la Maya en Santiago de Cuba .Honremos la memoria del pequeño convirtiendo su pérdida en una lección que salve vidas en Guantánamo o en cualquier otra parte del país.
La protección de nuestra niñez es una tarea diaria que no admite descanso .
Fotos: Internet