En Guantánamo jornada por el natalicio de José MartíGuantánamo.- Este 28 de enero conmemoramos los 170 años del natalicio de nuestro Héroe Nacional José Martí, ser extraordinario que al decir del gran escritor cubano José Lezama Lima, “es un misterio que nos acompaña”.[bg_collapse view=”button-orange” color=”#4a4949″ expand_text=”Show More” collapse_text=”Show Less” ]

Para los que habitamos en Guantánamo, sentimos, entre nuestros más preciados orgullos, el ser hijos de esta tierra singular y heroica por donde, después de años de exilio, el más universal de todos los cubanos se reencuentra con su amada Patria: el 11 de abril de 1895.

A la hora en que unas negras nubes se empeñaban infructuosas en tapar una luna roja, acompañando al Generalísimo Máximo Gómez, y otros patriotas, Martí, el organizador de la Guerra Necesaria, en un bote, cargado más de sueños que de armas, toca tierra guantanamera por La Playita, en Cajobabo.

El Delegado del Partido Revolucionario Cubano, es el último en bajar de la embarcación, y tras saltar al empedrado terreno, siente la Dicha Grande de estar en Cuba.

Pero, el conocimiento del Maestro sobre Guantánamo se sucede años antes; primero, a través de su amigo queridísimo Fermín Valdés Domínguez, radicado en la villa de Baracoa, y luego al nombrar como delegado del Partido Revolucionario Cubano en la región al patriota Pedro Agustín Pérez, la figura más excelsa del mambisado en el Alto Oriente cubano.

Desde su arribo por Playita de Cajobabo comienza para el Apóstol el gozo de un nuevo encuentro con la naturaleza de su país, es un torrente de sensaciones que mucho disfruta y que no experimentaba  a plenitud desde los tiempos en que siendo un niño su padre lo lleva a pasar una temporada en Hanábana.

Su primera noche en Cuba la duerme en el suelo de su tierra amada y extrañada en décadas. En el territorio perteneciente al actual municipio guantanamero de Imías escribe sus primeras impresiones del paisaje patrio.

El 14 de abril apunta en su diario “Día mambí. Salimos a las 5. A la cintura cruzamos el río y recruzamos por él. Luego, a zapato nuevo, bien cargado, la altísima loma, de yaya de hoja fina, majagua de Cuba y cupey de piña estrellada. Vemos acurrucada, en un lechero, la primera jutía. Y a continuación: Loma arriba. Subir lomas hermana hombres”.

Es también en estas lomas guantanameras donde, rodeado de la exuberante vegetación de Monte Tavera es ascendido al grado de Mayor General. Mientras el día 18 en Monte Pavano nos narra: “Decidimos dormir en la pendiente. A machete abrimos claro…La noche bella no deja dormir. Silva el grillo; el lagartijo quiquiquea y su coro le responde; aún se ve, entre la sombra, que el monte es de cupey y de paguá, la palma corta y empinada; vuelan despacio en torno a los animitas; entre los nidos estridentes, oigo la música de la selva, compuesta y suave, como de finísimos violines; la música ondea, se enlaza y desata, abre el ala y se posa, titila y se eleva, siempre sutil y mínima”.

En tierra guantanamera donde Martí se hace soldado, emite decisivas Circulares a los Jefes, para la conducción de la Guerra Necesaria. Es donde el Presidente, como todos lo llaman, vuelve a disfrutar de los baños en el río, de las comidas criollas, del café con miel de abeja, del jugo de la caña y siente “paz del alma”.

Es donde contempla las estrellas desde su hamaca y vislumbra la libertad de Cuba, esa que se debe extender por las Antillas y caer sobre nuestras tierras de América.

El primero de mayo de 1895, el Mayor General del Ejército Libertador y Delegado del Partido Revolucionario Cubano José Martí, tras recibir una bandera cubana de manos de Juana Bautista Pérez, esposa del caudillo guantanamero Pedro Agustín Pérez, deja estas tierras del Alto Oriente que lo acogieron durante 20 “días bellos y recios”.[/bg_collapse]

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