Guantánamo.- Este 10 de enero se cumplen 94 años de que manos asesinas -al servicio del dictador Gerardo Machado- dispararan a traición en una calle de Ciudad México, contra Julio Antonio Mella. Tenía entonces 25 años.[bg_collapse view=”button-orange” color=”#4a4949″ expand_text=”Show More” collapse_text=”Show Less” ]
Mucho ha de hablarse siempre del extraordinario líder antiimperialista, fundador del Partido Comunista de Cuba, de extraordinarias cualidades que lo convirtieron en indiscutible líder del estudiantado universitario cubano y de los militantes revolucionarios de todos los tiempos.
Mucho se puede hablar de Mella quien, a pesar de su corta vida fue capaz de hacer tanto; desplegó un trabajo muy activo no solo en el movimiento estudiantil sino también entre el proletariado y otros sectores populares de Cuba y América Latina.
Pero hoy prefiero hablar de otra arista de su vida, el amor, motor que impulsó cada uno de sus actos y que le llevó a vivir una entrañable e intensa relación con Tina Modotti, una mujer excepcional e italiana de nacimiento.
Desenfadada y sorprendente para su tiempo, incursionó en el cine silente de Hollywood, la fotografía y militó en las filas de la izquierda comunista.
Es en el México de 1928 donde se conocen. Ella estaba casada, pero lo que sentía por el joven cubano su amor fue más fuerte que los compromisos y tabúes sociales de la época y en una carta le confesó: “He conocido a un hombre maravilloso…” y le anuncia la ruptura de relaciones.
Tina y Mella daban la impresión de conocerse de toda la vida, de estar hechos el uno para el otro y vivieron con ímpetu la pasión y el afecto que los unió, además de sus ideales revolucionarios.
Pero el amor, la vida en pareja les duró poco. En la noche del 10 de enero de 1929 los balazos del esbirro destrozarían el hechizo y ante la mirada impotente y desesperada de Tina Modotti, su amado Julio Antonio Mella alcanzó a decirle: “Muero por la Revolución”.[/bg_collapse]