El Papa Francisco llamó en Marsella, Francia, en la clausura de los Encuentros Mediterráneos,  a la responsabilidad europea frente a la crisis de los migrantes, para quienes pidió solidaridad e integración.

Los migrantes no invaden, ellos buscan hospitalidad, advirtió en el foro que reunió a obispos de casi 30 países y a jóvenes de la región, a cuya jornada de cierre acudió también el presidente Emmanuel Macron.

De acuerdo con el sumo pontífice, los seres humanos que huyen de conflictos, de la pobreza y de tragedias ambientales deben ser acogidos, protegidos, promovidos e integrados.

Las palabras del papa en su segundo día de visita apostólica a Marsella, en el sur francés, se producen en el contexto de una nueva crisis por la llegada de migrantes a la isla italiana de Lampedusa y del rechazo de países de Europa a recibirlos, entre ellos Francia, que adelantó la deportación de quienes no cumplan los requisitos para el asilo.

“Es cierto que no es fácil integrar, pero el principal criterio no puede ser el beneficio propio. Quienes se refugian en nosotros no deben considerarse una carga a soportar”, subrayó.

Francisco insistió en su llamado a abandonar la indiferencia y a un impulso de conciencia para evitar el naufragio de la civilización.

Asimismo, señaló que el Mediterráneo, “cuna de la civilización” y “espejo del mundo” se ha convertido en una “tumba de la dignidad”.

La víspera, en su primera jornada en Marsella, el santo padre exigió que el mundo no se acostumbre a los naufragios ni asuma la muerte de migrantes como números, y que se auxilie en el mar a las personas en peligro de ahogarse.

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