Intervención de Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, primer secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República, en la XVII Cumbre de los BRICS, en Río de Janeiro, Brasil, el 6 de julio de 2025, Año 67 de la Revolución.

(Versiones Taquigráficas – Presidencia de la República)

Querido Presidente Lula;

Estimados mandatarios y jefes de delegaciones:

Creo que debo empezar por agradecer, en nombre de mi país y mi pueblo, nuestra integración a los BRICS en condición de socio. BRICS es hoy sinónimo de esperanza. La esperanza de que el multilateralismo se salve del caos y la inoperancia en que la prepotencia de unos pocos ha sumido a la ONU, que hace 80 años nació para evitar que la guerra fuera alternativa para la solución de conflictos, urgida de profundas reformas que durante más de medio siglo ha reclamado el Sur Global.

La octogenaria organización está peligrosamente fragmentada y gravemente amenazada por una progresiva erosión del multilateralismo que se traduce en elevados riesgos para la paz y la seguridad internacionales.

El horror de las últimas semanas y meses muestra claramente a dónde conduce la diplomacia de la fuerza. El Gobierno de los Estados Unidos haciendo uso y abuso de su indudable poder militar, económico, financiero y de todo tipo, excepto moral, constantemente actúa con absoluto desprecio por los principios y normas del Derecho Internacional y la Carta de las Naciones Unidas. Se retira de varios organismos y foros internacionales; declara planes de usurpación de tierras y anexión de territorios; justifica y promueve ideas supremacistas; realiza deportaciones masivas, violentas y racistas de migrantes, y ya ni siquiera esconde sus ambiciosos y espurios intereses geoestratégicos.

Es la misma potencia que apoyó las recientes agresiones del Gobierno de Israel contra Irán y realizó un ataque directo a la nación persa con los bombardeos perpetrados contra tres instalaciones nucleares.

Cuba reitera su solidaridad con el pueblo y Gobierno de la República Islámica de Irán ante la agresión de Israel y condena enérgicamente el ataque iniciado por los Estados Unidos, porque estos hechos constituyen una violación flagrante de la Carta de las Naciones Unidas y del Derecho Internacional, y una transgresión grave del Tratado sobre la No Proliferación de las Armas Nucleares.

Reiteramos, asimismo, la más firme condena al genocidio en curso contra el pueblo palestino, también perpetrado por Israel, con el respaldo político, militar y financiero permanente de los Estados Unidos, cuyo gobierno garantiza la impunidad del régimen sionista y obstaculiza, mediante el antidemocrático derecho al veto, la acción del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

Una solución amplia, justa y duradera del conflicto israelo-palestino es premisa indispensable para traer la paz a la región del Medio Oriente en este delicado momento para las relaciones internacionales.

Mientras no se detenga esa barbarie, estaremos viviendo en la prehistoria de lo que un día creó algo tan prometedor de paz como las llamadas Naciones Unidas.

Por eso he hablado de esperanza. Frente al amenazador escenario descrito, emergen los BRICS, cuyos países miembros y socios, tan diferentes, tan desiguales en nivel de desarrollo, avanzan promoviendo ideales comunes de paz, diálogo, respeto mutuo, cooperación y solidaridad.

Inspira mucho el compromiso del grupo con la construcción de un orden internacional más justo e inclusivo, sin el cual no será posible alcanzar el desarrollo sostenible que todos merecemos y que tanto se ha postergado para las naciones atadas a la maldición subdesarrollante que nos dejaron siglos de colonialismo y neocolonialismo.

En ese empeño, urge reformar desde sus raíces la actual arquitectura financiera internacional y sus instituciones poco transparentes y nada democráticas, diseñadas para perpetuar la exclusión y la explotación de las naciones del Sur.

Es también premisa indispensable una gobernanza más inclusiva y democrática de la Inteligencia Artificial, que asegure el acceso de todos los países a sus beneficios y evite su uso contrario a la paz y al Derecho Internacional.

Las presentes y futuras generaciones tenemos derecho a vivir en un mundo de paz y seguridad, donde prevalezcan la justicia social, el respeto a la pluralidad cultural, étnica y religiosa, y el acceso democrático a la ciencia y la tecnología. Un mundo donde todos los derechos humanos para todos sean realizables sin politización ni dobles raseros, sobre la base de la cooperación y el respeto al derecho de cada país a escoger su sistema político, económico y social, sin injerencia externa. Un mundo sin crueles bloqueos ni medidas coercitivas unilaterales, contrarias al Derecho Internacional. 

Después de seis décadas de un bloqueo económico convertido en leyes de un país extranjero, que se ha reforzado una y otra vez con el único y declarado propósito de provocar un estallido social, Cuba se enfrenta hoy a un nuevo acto de prepotencia imperial contrario al Derecho Internacional.

Llegamos a esta Cumbre con la noticia de que un nuevo paquete de medidas coercitivas, totalmente orientadas a la asfixia económica del país, se suma al bloqueo histórico, mediante Memorando Presidencial. El documento retoma la vieja pretensión imperial de que toca a ellos determinar quién y cómo debe conducir los destinos de nuestra nación. Y todo ¡en nombre de la supuesta democracia!

Ningún otro país ha tenido que construir su proyecto social y de desarrollo bajo la aplicación prolongada, cruel y sistemática de un cerco económico, comercial y financiero de la mayor potencia de la historia.

El bloqueo es un acto de agresión, cuya aplicación, ofensivamente extraterritorial, daña la soberanía de todos los Estados. Su propósito está anclado en el pasado, no tiene sentido ni justificación, y debe cesar.

En el siglo XXI tampoco tienen cabida los listados y certificaciones unilaterales, sustentados en criterios infundados, como la injusta y arbitraria designación de Cuba en la lista de Estados supuestamente patrocinadores del terrorismo, que extiende el cerco al resto del mundo. Estados Unidos no tiene autoridad moral ni mandato internacional alguno para certificar a Cuba ni a ningún otro país.

Para enfrentar los desafíos comunes, la humanidad no precisa de bloqueos, falsos supremacismos y apetitos de dominación y explotación. De lo que está urgida la especie humana para sobrevivir es de más respeto a nuestras legítimas diferencias, más diálogo, cooperación e integración.

Urge un compromiso firme y renovado con el multilateralismo, para garantizar la convivencia pacífica y promover el desarrollo sostenible, equitativo e inclusivo para todos los pueblos. Urge por eso alimentar y fortalecer los BRICS, al que nos honra integrarnos con la noble aspiración de aportar y aprender.

En este empeño, ¡siempre se podrá contar con Cuba!

Muchas gracias (Aplausos).

Fuente: Cubadebate