En toda Cuba se disfruta de la presente temporada de verano y de ningún modo los guantanameros se quedarán sin darse un buen chapuzón en ríos, playas o piscinas a fin de aliviar el intenso calor, provocadas por las altas temperaturas.
Y es precisamente en esta etapa que la familia aprovecha al máximo para pasear a los más pequeños de casa, deseosos de divertirse, temporada en la cual también los jóvenes echan rienda suelta a sus planes.
Pero siempre es oportuno alertar que en medio de tantas alegrías, también los padres, abuelos o tutores debemos ponderar la responsabilidad ante el cuidado de nuestros hijos. Según estadísticas oficiales, en estos meses ocurren con frecuencia accidentes de tipo: domésticos, en áreas de baño, automovilístico, entre otros.
Por eso, es necesario vigilar a los niños cuando se estén bañando, porque su corta edad les impide ser conscientes del peligro que representa la piscina, el río o el mar… Ellos solo quieren empaparse de agua y están muy lejos de sospechar el riesgo que corren.
También debemos reforzar el cuidado con los adolescentes. No pocos se creen adultos y tienden a no escuchar a los mayores, toman bebidas alcohólicas, se lanzan de las alturas hacia el agua, discuten por cualquier sin sentido, en fin… la prevención y el seguimiento con este segmento poblacional resulta primordial para evitar sucesos lamentables y sufrimiento para las familias.
Es cierto que, muchos de estos sitios, ya sean playas, piscinas, ríos, cuentan con la presencia de salvavidas que garantizan la protección y la vida de los bañistas, pero los mayores responsables de los niños y adolescentes son adultos que los llevamos allí.
No está de más recordar que, al disfrutar de las bondades de la estancia en un balneario, no podemos confiarnos en que están seguros dentro del agua. Mucho menos darles la espalda, ni consumir bebidas alcohólicas que afectan la mente y los reflejos, mientras los menores están a su libre albedrio.
Los hechos confirman que en esta lucha no se puede claudicar porque en la recreación sana es mejor ahogar las indisciplinas que perder una vida humana.
Logremos entonces que la familia guantanamera tenga vacaciones felices, una manera convincente de decir que cuanto se haga en materia de prevención y control, siempre será poco.