Ellas querían ser periodistas. Ese mundo de noticias, narrar hechos, mantener informado al pueblo, entre otras misiones, les fascinaba, sólo que cuando comenzaron a soñar con el oficio no contaban que para ingresar a la carrera, luego de someterse a un examen de actitud, tendrían que pasar el Servicio Militar Activo.
Porque entre las modificaciones de los requisitos para estudiar Periodismo se decidió que en el presente curso escolar, hembras y varones aspirantes a la profesión, debían cumplir exitosamente un año del Servicio Militar Activo, exigencia sustentada en los artículos 4 y 90 de la Constitución de la República de Cuba.
No obstante, las chicas de esta historia no se amilanaron, le entraron con ganas a la captación e incorporadas a un mes de entrenamiento en la Brigada Escuela de la Región Militar Guantánamo, las encontramos instantes antes de realizar el Juramento y partir a las unidades que las acogerán por un año.
No rebasan los 18 años de edad. Sus rostros están abrazados por el sol, pese al uso de gorras, y aun así mantienen la sonrisa encendida. El verde del uniforme les sienta, al propio decir y lo corroboro. Por su elocuencia y razonamiento, no cabe dudas que escogieron bien la profesión.
“Al principio no fue fácil. Llegar a casa e informar el nuevo requisito para acceder a la carrera trajo opiniones, algunas machistas”, dice Nayare Mozo Cobas, de la ciudad de Guantánamo, quien fuera presidenta de la FEEM en la provincia, época que recuerda con cariño, pero augura que las venideras serán mejores.
“Muchos decían que era una locura, que no era necesario, que el ejército era para hombres. En fin no aceptaban mi decisión, pero luego me apoyaron al verme tan dispuesta”.
Para Liz Annadia Prevost Ybert, natural de Manuel Tames, la acogida familiar fue distinta: todo momento la familia la animó. “Mi mamá sólo dijo “piensa bien lo que vas hacer para que luego no te arrepientas” y ya ven, aquí estoy con el apoyo total de ella y el resto de los de casa. No me arrepiento”.
Al conocer a Arisniuvis Sabala Lara, de Manuel Tames, tan menuda y dependiente de la casa, sentí curiosidad por conocer de su desenvolvimiento entre las verdes filas. Asombro me causó escucharla proclamar con tanta convicción, en representación de la UJC, el Juramento Militar de los 179 soldados, entre ellas 26 féminas, y luego narrar emocionada sus vivencias.
Todo al inicio fue muy brusco –reconoce. “A las cinco y media es el “De pie”; luego gimnasia matutina, y continúan el resto las actividades, que son muchas y todas tienen un horario que hay que cumplir, pero a todo una se adapta.
“Cada tarea tiene un objetivo específico, y cuando la cumples, por muy rigurosa que pueda ser, te das cuenta que influye en tu vida, genera un cambio para bien.
“Lo que más me ha gustado es la práctica de tiro, no sólo conoces de armamentos, posiciones, estrategia para efectuar el disparo. Influye en el desarrollo de la observación, en un punto exacto. Te enfocas en un objetivo y eso forma parte de nuestras vidas”.
Para Náyare, que retorna a la conversación, describe el tendido de las camas como lo más complejo de la rutina diaria: deben quedar “ I M P E C A B L E S”, enfatiza y sonríe. Con las almohadas alineadas, como si ellas mismas estuviesen en una formación.
“El simple hecho de tender las camas, de poner las banquetas donde van, de tener cada cosa en su sitio, de usar el uniforme correctamente, son prácticas que disciplinan, que se incorporan y quedan. Aprendes a ser organizada, responsable”.
Liz apunta que “se tiene el tiempo cronometrado para todo. Al inicio esa rigurosidad nos chocaba y nos llevaba aprisa, casi corriendo, pero poco a poco se desarrolla agilidad a la hora de hacer cada cosa. Todo este tiempo he logrado ser más hábil y más puntual”.
Samantha de los Ángeles Guilarte Arango apunta que no todo son ejercicios, preparación física y combativa, clases políticas ideológica, “también hay recreación todos los miércoles.
“Hay actividades variadas, en dependencia de los gustos e interés de cada quien. Se ponen películas con temas diversos, música para bailar; hay juegos de mesa como damas, dominó y ajedrez. Las formas de recreación nos han permitido conocernos más, nos unen más aquí. El diarismo nos enseña el valor de la unidad”.
Comenta Liz que el maquillaje no está prohibido, permite mantener nuestro toque femenino, endulzan los rostros que ninguna actividad física aquí logra doblegar”.
Las cuatro extrañan sus rutinas como civiles citadinas, sus paseos por las calles, las largas uñas como accesorio de belleza, el diálogo con los vecinos y amigos… y apuntan:
“Todo se extraña, hasta la comida de casa, pero son tantas las acciones que te mantienen ocupada la mente y sólo te enfocas en mejorar el accionar de cada día”.
“Haber entrado al Servicio Militar me ha fortalecido el carácter, he madurado sin perder la sensibilidad -asegura Samantha. Queda mucho por hacer este año, pero avizoro que será una buena contribución a mi futuro”.
Liz agradece haber conocido a otros jóvenes, algunos también con carreras universitarias otorgadas y otros que se acogerán al terminar a los beneficios de la Orden 18. Asegura sentirse más responsable y solidaria, más dispuesta a lo que haga falta cumplir.
“El mero hecho de ser futuras periodistas nos exige mayor preparación y aquí nos asignan tareas de índole ideológica y políticas, que contribuyen a nuestra formación”. El paso por las Fuerzas Armadas Revolucionarias las dota de herramientas y experiencias que las hacen crecer políticamente, las curten y las condicionan para ejercer el Periodismo como poderosa arma y vencer en un particular campo de batalla: el de las ideas.
Hasta esas unidades, dentro de un tiempo, iremos por ellas.
Tomado de Venceremos