El firme rechazo a la conducta injerencista y los mensajes calumniosos del Gobierno estadounidense y de su Embajada en Cuba, ante asuntos internos de la realidad nacional, se le hizo saber al encargado de Negocios de esa legación, Benjamin Ziff.
Convocado al Ministerio de Relaciones Exteriores por el viceministro Carlos Fernández de Cossío, le fue entregada una nota formal de protesta. Se le recordaron los estándares mínimos de decencia y honestidad que se esperan de una misión diplomática en cualquier país, y que la Embajada de Estados Unidos en Cuba se muestra incapaz de observar, trascendió en un comunicado publicado por la Cancillería de la Isla.
También se enfatizó en que la oficina diplomática de EE. UU. y su personal están obligados a comportarse conforme a las normas de la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas.
La publicación del Minrex explicó que, en el encuentro, también se llamó la atención sobre la responsabilidad directa del Gobierno de EE. UU. ante la difícil situación económica por la que atraviesa Cuba y, en específico, ante las carencias y dificultades que enfrenta la población de manera cotidiana, con la depresión e insuficiencia de abastecimientos y servicios esenciales, bajo el peso e impacto del bloqueo económico diseñado para destruir la capacidad económica del país.
Asimismo, se repudió el empeño ostensible del Gobierno estadounidense en limitar y obstaculizar cada esfuerzo del Estado cubano por encontrar soluciones y dar respuestas a las necesidades económicas y sociales del país.
Una vez más, Cuba denunció el plan desestabilizador y su ejecución; el reforzamiento de una guerra económica despiadada para provocar y explotar la natural irritación de la población; y la manera en que se financia, cada año, todo eso, con decenas de millones de dólares del presupuesto federal de EE. UU.
La poderosa infraestructura tecnológica de ese país para explotar las redes digitales con propósitos agresivos, la complicidad de importantes medios de comunicación de la gran prensa estadounidense e internacional, y el respaldo mercenario de personas radicadas, fundamentalmente en el sur del estado de la Florida, fueron denunciados por la Cancillería cubana.
«Si el Gobierno de los Estados Unidos tuviera una preocupación mínima y honesta sobre el bienestar de la población cubana, sacaría a Cuba de la lista arbitraria de Estados que supuestamente patrocinan el terrorismo; pondría fin a la persecución de los suministros de combustible que requiere importar el país; dejaría de perseguir cada transacción financiera de Cuba en el mundo; pondría fin a la grosera persecución contra los programas de cooperación médica de Cuba en el mundo; dejaría de intimidar a empresarios, visitantes, artistas y toda persona que se sienta con el interés y el derecho de interactuar con el pueblo cubano», se lee en el comunicado.