Contar con el Programa Nacional para el adelanto de las Mujeres sin dudas refuerza el camino transitado en materia de igualdad plena para las cubanas y promueve políticas a favor de su desarrollo en todos los ámbitos.
A más de dos años de su puesta en vigor se aprecian avances en el país, los cuales transitan por cambios en la ley de maternidad que favorecen a trabajadoras del sector estatal y privado, además de la creación de casitas infantiles para el cuidado de los niños y la entrega de viviendas a madres con tres hijos o más menores de 17 años.
También en los territorios se aprecian mayores gestiones de empleo para las mujeres desocupadas u otras en condiciones de vulnerabilidad, con el fin de que se conviertan en generadoras de su propio sustento en medio de un complejo contexto socioeconómico.
Si bien es conocido que desde el triunfo revolucionario en Cuba se dan pasos para el empoderamiento femenino, hoy frente a la violencia el llamado se multiplica ante los matices muchas veces invisibilizados, más allá de lo físico.
En tal sentido, el Programa tiene el propósito de cerrar filas frente a ese fenómeno aún cuando sea difícil romper esquemas con raíces en una cultura patriarcal, llena de prejuicios y expresiones de discriminación que muchas veces no vemos, o sencillamente no le damos la debida importancia.
Por otra parte, si bien es cierto que las mujeres disfrutan del pleno acceso al trabajo y a percibir igual salario que los hombres, también es real que hoy seguimos siendo las protagonistas del trabajo con la familia y de los quehaceres en el hogar.
Hasta se acuña que es la mujer la que posee las mejores habilidades para el cuidado de los hijos, enfermos y adultos mayores.
Ante esa y otras problemáticas, el Programa Nacional para el Adelanto de las Mujeres rectorado por la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) y con un enfoque multisectorial busca integrar todas las acciones a favor de la igualdad de derechos, oportunidades y posibilidades, refrendados en la Constitución de la República de Cuba.
De ahí que esta gran estrategia contemple siete áreas claves, desde el empoderamiento económico, educación, el acceso a la toma de decisiones, prevención y trabajo social, la salud sexual y reproductiva, entre otros aspectos que nutren la experiencia cubana.
De esta forma se amplían las sendas de la emancipación edificadas en el país con el propósito de lograr cada vez mayor participación de la mujer en la vida económica, política y social.