Guantánamo – En las mañanas despejadas puede ver las tres montañas de Haití al Este; del otro lado, un paisaje semidesértico único con especies endémicas de melocactus y quebrando el horizonte las terrazas marinas. Antes de presenciar esto, tiene que subir 165 escalones hasta la parte más alta del Faro de Punta de Maisí.
Erasmo Uranga Leiva lleva desde 1994 como torrero -según él- del primer faro de Cuba (geográficamente). Pero la historia es más antigua, ya que su bisabuelo también trabajó ahí, y su abuelo, su padre y su tío. Ahora Erasmo, cerca de su retiro, prepara a su hijo para que siga sus pasos. El hecho es que parece que el faro no funcionaría sin un Uranga dándole cuerda.
Desde el 19 de noviembre de 1862, la luz del faro La Concha, como también se le conoce, guía toda embarcación que pasa por el estrecho entre Guantánamo y Haití; desde la travesía de José Martí hasta Playita de Cajobabo, naves mercantes y hasta embarcaciones de emigrantes haitianos.
Con 37 metros de altitud, la torre blanca con forma de cono se empina en la punta de La Hembra. En la cúpula, un mecanismo de origen francés con una óptica que emite una señal de 27 millas náuticas.
Allá arriba, frente al Atlántico, posiblemente un Uranga cuidando de estos mares.
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