Guantánamo – Este 12 de julio se conmemora el aniversario 209 del natalicio de Mariana Grajales Cuello, la Madre de Los Maceo y de todos los cubanos, y en torno a la relevante efeméride se organizan actividades académicas para evocar su glorioso legado histórico en la provincia de Guantánamo.
La Doctora en Ciencias de la Salud Anselma Betancourt Pulsán, Heroína del Trabajo de la República de Cuba y Presidenta del Consejo provincial de Sociedades Científicas de la Salud, es una estudiosa de la impronta de la legendaria mujer y autora de artículos sobre el tema presentados en prestigiosos eventos provinciales y nacionales.
Una de sus pesquisas aborda aspectos relacionados con el matrimonio de Marcos Maceo y Mariana Grajales, quienes transmitieron y cultivaron en sus hijos valores éticos y morales que perduran en la idiosincrasia de los guantanameros y son fomentados en la educación de niños, adolescentes y jóvenes de hoy.
Interpelada por este redactor, la también profesora titular de la Universidad de Ciencias Médicas de Guantánamo precisó que cuando de valores se trata, hay que recordar lo expresado por el Padre Félix Varela Morales al respecto: “Se construyen ejerciéndolos y no conversando sobre ellos. La única forma de transmitirlos es el ejemplo”.
¿Cómo influye la figura de Mariana Grajales como paradigma en la formación de valores?
“Mariana supo, junto a su esposo Marcos, dirigir la educación de sus 13 hijos, logrando que todos cultivaran las mismas virtudes: forjar la vida en el trabajo, la laboriosidad, bajo el precepto de que, sin constancia en el esfuerzo, la persona más dotada no logra grandes metas”, puntualizó y comentó:
“Caracterizaron a Mariana y su familia méritos como la responsabilidad, cuando todos ellos respondieron al llamado de un ideal, un valor tan elevado que constituye la clave que anima y sostiene todo el edificio de los valores.
“En ella cobran también especial relevancia la honestidad, valentía y dignidad, las cuales tienen una expresión concreta en uno de los hechos más conmovedores de su personalidad: su estremecedora actitud cuando hizo jurar a su esposo e hijos, de rodillas ante la imagen de Cristo, que lucharían por la Patria hasta la muerte.
“Siempre en pie de guerra durante 10 años en la encarnizada contienda de 1868 en contra del poder colonial español, Mariana se ocupó de la cura y alimentación de los heridos, andando con los pies sangrantes por la manigua y escarpadas montañas.
“Nunca buscó para ella mérito alguno, ni para su esposo e hijos, de ahí su ejemplar modestia. No quería «llantos», sino respuestas frente al enemigo cuando un hijo propio o de cualquier otro cubano caía en combate o era fusilado por el ejército español, por lo que en ella y su prole se destaca el valor patriotismo.
“Firmada la paz del Zanjón en 1878, desde las montañas guantanameras Mariana alentó la rebeldía indomable del General Antonio en la histórica Protesta de Baraguá, mientras atendía la recuperación de su hijos Rafael y Tomás, heridos en combate”.
¿Cómo trasciende hasta nuestros días la grandeza de una mujer como ella, considerada por muchos patriotas como la Madre de todos los cubanos?
“Fue grande no solo porque gestara y pariera héroes, sino también porque educó a sus hijos para que tomaran la senda que condujera a la consecución de la libertad de Cuba. Pese a su condición de mujer negra, humilde y analfabeta, predicó desde el hogar con ejemplar conducta humanista, frente a un medio que le fue totalmente hostil.
“Su ejemplo acompañó a las féminas que participaron en la lucha guerrillera, en la Sierra y el Llano, en la clandestinidad y, luego del triunfo de la Revolución, en cada una de las tareas inmediatas. Las herederas de Mariana fueron distinguidas por tres rasgos fundamentales: unidad, autenticidad y apoyo irrestricto a la Revolución.
“La presencia de la mujer, con entusiasmo y fe infinita en cada obra emprendida por nuestro pueblo en esos difíciles, pero gloriosos años, contribuyeron a los indiscutibles logros en la educación, salud, cultura, deportes y la ciencia.
“Miles de colaboradores cubanos, como muestra de solidaridad con otros pueblos del mundo, trabajan en los rincones más apartados, lejos de sus seres queridos, poniendo en riesgo sus propias vidas. Ellos llevan consigo los valores de la madre de todos los cubanos: Mariana.
“Su figura es el máximo símbolo de la mujer cubana desde la manigua redentora, quien con su ejemplo eterno de firmeza y tenacidad, de valor y sacrificio, enfrentó cada una de las batallas por la libertad y la justicia, hasta hacer realidad los sueños emancipadores del pueblo cubano.
“Esa es nuestra Mariana, misericordiosa y compasiva, firme e inclaudicable, una de las grandes mujeres en la historia de la Humanidad. La concreción de sus valores, intrínsecos en la sociedad cubana actual, emana de su acción y se consolida en la Patria socialista e internacionalista.
“A la luz del presente, tenemos a Mariana Grajales en nosotros. Eso significa tener su ejemplo en nuestra conducta y su espíritu en nuestro pensamiento y corazón”.